El tatuaje se utiliza como forma de castigo para estigmatizar a los criminales durante más de 200 años en el Periodo Edo (1603-1868) en Japón.
Entonces se empezó a utilizar la expresión irezumi (insertar tinta) para referirse a los tatuajes de uso penal.
Normalmente se trataban de gente que había cometido delitos leves y eran tantas las personas con estos estigmas que en determinadas comunidades dejó de ser una marca vergonzosa para convertirse en símbolo de orgullo.
Otros han empezado a tapar estas marcas delictivas con tatuajes decorativos. Y muy pronto esta moda se expandió fuera del ámbito criminal hacia la sociedad civil en general.