En Japón, entre los siglos XVII y XVIII, surge la practica del irebokuro en los barrios de placer.
Irebokuro son tatuajes de puntos negros realizados como símbolo de vinculo sentimental. Al final la practica se extendió por todo el país, incluso en la clases altas.
Los lunares fueran dando paso a formas más elaboradas, como palabras o nombres y se han dado a conocer como kishobori, que significa “tatuaje ofrenda” o “juramento tatuado”.
A parte de una promesa de fidelidad o amor entre dos personas, un kishobori podía ser una oración o un juramento dedicado a los dioses. También podía ser una promesa que el individuo se hacía a sí mismo.